lunes, 29 de noviembre de 2010

Los libros de texto a examen


El pasado miércoles 24 de noviembre tuve el placer de asistir a una de las conferencias llevadas a cabo en la Universidad Jaime I de Castellón durante las jornadas sobre manuales de enseñamiento, “Los libros de texto a examen”, impartida por Jaume Martínez Bonafé, de la Universidad de Valencia. En su discurso definió los libros de texto como una teoría pedagógica concreta, una teoría del conocimiento del profesional docente, y un discurso que naturaliza una teoría. Corroboró lo que todos ya sabemos desde hace mucho tiempo, en los libros de texto se especifican los contenidos que los docentes debemos enseñar en las aulas, según el currículum que nos viene impuesto por la administración, estático, estructurado y cerrado. Es evidente que los libros de texto son una transmisión de cultura e ideología que vienen condicionadas por el gobierno vigente en un país, y que cada vez que se da un cambio de gobierno la educación sufre las consecuencias que de ello se derivan.
Pero no debemos olvidar que no siempre han habido libros de texto y manuales a los que recurrir para impartir algunas materias de estudio. Paül Limorti, en su conferencia durante las jornadas sobre manuales de enseñamiento, nos deleitó con una breve historia sobre los libros de texto de la enseñanza del valenciano. Como bien nos explicó, los libros de texto y materiales de enseñanza de este idioma han sido fruto del trabajo y la investigación de muchos profesionales de la enseñanza que se han visto en la necesidad de crear sus propios libros de texto y manuales de trabajo ante la carencia de éstos, adaptándolos a sus necesidades docentes y plasmando en ellos la cultura del pueblo y la realidad social del momento.
En mi escasa experiencia en la utilización de los libros de texto como docente, imparto clases particulares de Inglés en las pocas horas que me quedan libres fuera de mis estudios, he tenido y tengo que trabajar con libros de texto. La mayoría de los profesionales de la enseñanza compartimos la opinión de que los libros de texto son una herramienta de trabajo impuesta y, en la mayoría de los casos insuficiente e inútil para nuestra labor. Pero, el docente que tiene un total conocimiento de la materia que enseña no necesita libros de texto a los que recurrir para ejercer su función. Por supuesto que podemos y debemos trabajar sin libros de texto pues existen recursos suficientes y tecnología que nos ayuda a innovar y mejorar en nuestra profesión. Por otro lado, y puesto que los libros de texto son una herramienta de trabajo impuesta, debemos ser capaces de adaptarla a nuestras necesidades, de saber extraer de ellos lo bueno y útil y desechar lo malo e insuficiente. Los buenos docentes podemos adaptar los medios de los que disponemos para realizar nuestro trabajo eficazmente y alcanzar los objetivos que nos proponemos en nuestra tarea de enseñar.
Es evidente que los tiempos cambian y en consecuencia la educación, y que el avance de las nuevas tecnologías nos ofrece una fuente inagotable de recursos docentes que no debemos ignorar sino todo lo contrario. Los docentes hemos de adaptar nuestra metodología de enseñanza a las nuevas generaciones, las cuales se desenvuelven en el mundo informático con una soltura y rapidez que muchos de nosotros envidiamos. Pero tampoco debemos descartar los libros de texto que, aunque con un currículum impuesto, han sido siempre una valiosa fuente de cultura y conocimientos para toda la humanidad.

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